jueves, 8 de mayo de 2014

¿Abusas de tu energía?."Cuando menos, es mas"


Releo a Deepak Chopra . 
Recordando sus sabias palabras, unas cuantas reflexiones.

En la ciencia Védica, filosofía de la India, este principio al que voy a hacer alusión, se llama principio de la economía de esfuerzo o el ya conocido "hacer menos para conseguir mas" .

La naturaleza es sabia en este aspecto.Funciona sin esfuerzo, sin roces.
No es lineal, es intuitiva y holística.
Recordemos por un momento, que formamos parte de esa naturaleza.
Entonces ¿que hace que desgastemos en el día a día, tanta  energía?

Desde mi punto de vista, y entiendo que es muy personal, una gran cantidad de energía la consumimos en prestar atención al "ego".

Como dice Deepak Chopra ".....cuando buscamos el poder y controlar a los demás, o buscamos recibir la aprobación de los demás, estamos despilfarrando energía.."

La mayor parte de la energía, dice Carlos Castaneda, ..."la dedicamos a defender nuestra importancia.
Si fuéramos capaces de perder una parte de esa importancia, nos sucederían cosas extraordinarias". Liberaríamos nuestra energía del esfuerzo de mantener la idea ilusoria de nuestra grandeza.
¿Y que podemos hacer para vivir en ese mínimo esfuerzo?
¿Como podemos "hacer menos y conseguir mas"?

Lo primero es la ACEPTACIÓN. 
Implica generar el compromiso diario de "aceptar a las personas, las situaciones y las circunstancias del día a día, como son, como vienen".  
Aceptar que cada momento es "tal y como debe ser".
Podemos desear que las cosas sean diferentes en el futuro, pero en estos momentos se trata de aceptar las cosas como son.

Se trataría de entender (algo nada fácil), que cuando nos sentimos frustrados o nos altera una persona o una 
situación, no estamos reaccionando ante esa persona o esa situación, sino ante los sentimientos que albergamos cada uno de nosotros con respecto a esa persona o situación, y esos pensamientos o sentimientos son nuestros, no de la otra persona.

El siguiente concepto es la RESPONSABILIDAD. 
Implica  no echar la culpa de nuestra situación a nada o a nadie, ni siquiera a nosotros mismos.
Entender que todos los problemas contienen las semilla de la oportunidad , de hacer algo mejor y de evolucionar.
Si así lo hiciéramos , las preocupaciones se transforman en "ocupaciones" y en fórmulas para crear algo nuevo y  aprender formas distintas.Detrás de todos los sucesos, hay "significados ocultos" y a veces estos, son los que realmente marcan nuestra evolución.

El tercer concepto es la INDEFENSIÓN.
Con el solo hecho de renunciar a la necesidad de defender continuamente nuestro punto de vista, ya economizaríamos cantidades ingentes de energía.
Cuando nos ponemos a la defensiva, acusamos a los demás, y no aceptamos el momento , creamos resistencias que nos llevan a derrocharla..

Alguien me dijo una vez "El pasado es historia; el futuro es un misterio, y este momento es un don. Por eso llamamos a este momento "el presente".

Así que practiquemos la aceptación, asumamos la responsabilidad de nuestras situaciones y de las  circunstancias que vemos como problemas y renunciemos a la  necesidad de defender con uñas y dientes nuestros puntos de vista para que los otros los acepten.
 No sé si viviremos mas, pero es seguro que lo haremos con una mayor energía.

¿Que tal?¿"bien" o "mejor"? 

miércoles, 30 de abril de 2014

¿Practicas la "escuchatoria"...?










Cuando "escuché" por primera vez, la importancia que tenia (y posteriormente afirmo que tiene), la "escucha", pensé que era una de las innumerables exageraciones de aquella profesora de la Facultad,... tan expansiva ella....






A través de aportaciones varias y del posterior aprendizaje en el ámbito laboral, he podido descubrir(en base a mi propio experienciaje), que es una habilidad absolutamente imprescindible para todas aquellas personas que tratamos con personas (y entiendo que de alguna manera entramos todos/as en este saco)

Quisiera hacer alusión  a la denominada Escucha Activa.

Es importante que diferenciemos entre“escuchar y oír”.

Uno puede oír sin escuchar, pero es imposible escuchar sin oír.

Aclaremos esto: oír quiere decir que estamos percibiendo determinados sonidos a través de nuestros oídos sin que exista la necesidad de entender o apreciar aquello que estamos oyendo.

Escuchar y más si es desde la competencia "activa", implica que ponemos en acción otros mecanismos a parte del oído,  tales como actos neuronales de concentración para poder razonar y pensar en aquello que estamos oyendo y escuchando.
Ponemos en marcha el "procesamiento mental".

Cuando alguien nos habla, estamos pensando qué nos quiere decir desde nuestra interpretación, nuestro estado de ánimo, nuestros juicios, nuestras circunstancias, nuestro ser especial.
Cuantas veces suponemos los que nos van a decir.
Cuantas veces, mientras nos hablan, pensamos qué vamos a responder.


La escucha activa consiste en un modo de comunicación en la que demostramos a nuestro interlocutor que le estamos prestando toda la atención posible, que le estamos atendiendo y que además de todo eso, nos está interesando su persona.

Esto es; es trasladarle al "otro-a" que nos interesa como persona. Y esto, realmente, es lo importante y clave a trasladar.

Parto de una premisa quizás algo osada, que hace referencia al concepto de que "escuchar no es fácil".
En algunas de las sesiones formativas en las que participo, suelo poner en "tela de juicio" con algunos juegos y actividades lúdicas, la capacidad de escucha de los alumnos, y puedo asegurar que queda constatado, cómo una habilidad tan simple, puede marcar la diferencia y que escuchar es realmente una gran habilidad a desarrollar.

¿Y que posemos hacer para mejorar nuestra capacidad de escucha?

Algunas pautas de comportamiento facilitan el desarrollo de esta habilidad, y lo que es mas importante, la sensación del otro/a de que le estamos escuchando.
Una buena escucha, además de favorecer la relación por si misma,  consigue hacer sentirse arropada, atendida, y valorada, a la persona a la que escuchamos.

Vamos a describir algunas claves al respecto:

Parafrasear: Es el acto de resumir aquello que nos ha comunicado la otra persona, especialmente si alguna de las partes de la conversación nos llama en mayor medida la atención, y también las partes claves de la conversación. Esto es algo muy útil  que además ayuda a nuestro interlocutor a que se siga abriendo.

Reflejar el estado emocional (sintonizar y "rapportear"): Además de que se le ha entendido, se le muestra que se sabe cómo se siente. Ayuda a generar emociones comunes. (va mas allá del “sé cómo te sientes” o “te entiendo”)

Validar: debemos mostrar aceptación de las ideas y opiniones de la otra persona aun cuando no estamos de acuerdo.El primer paso para el entendimiento es el respeto por las ideas y opiniones de otras personas.

Es de gran utilidad, además, relativizar nuestras ideas y no caer en los “que uno tiene la razón/ o la mejor opinión y punto“. Para esto podemos utilizar de forma introductoria frases tales como: desde mi punto de vista, puede que me equivoque sin embargo.., en mi opinión, etc.

Si no nos queda claro algo, podemos pedirle que precise los hechos, (entiendo que lo que quieres decir es….)

Otro tema a tener en cuenta es el atender a la tan olvidada "Comunicación no Verbal". que nos permite crear mayor sintonia y por tanto, optar por una comunicacion mas efectiva.

Evita caer en:

Las interrupciones. Espera a que la otra persona te dé paso, aunque no estés de acuerdo con lo que dice.

No cuentes tu propia historia. Recuerda el dicho “Nadie escarmienta en cabeza ajena”. Las personas quieren ser escuchadas, principalmente si tienen una preocupación o problema:Recuerda que el problema lo tienen ellos y no tú. Céntrate en escucharle y ayúdale a encontrar sus propias soluciones.El "yo" no existe.

No dés un consejo que no te hayan pedido. Cuestiónatelo aunque te lo pidan

No Juzgues. No debemos caer en la banalidad de los juicios.

No te adelantes a la información evitando así, tus presuposiciones.

Se respetuoso/a a la hora de dar tus opiniones, y busca hacerlo sin descalificar.

No cambies de tema bruscamente.

Gesticula, acompaña......practica.....te lo agradecerán...


Algunas reflexiones al respecto...

"Del escuchar procede la sabiduría, y del hablar el arrepentimiento"
Proverbio Italiano

"Algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto" Khalil Gibran.


¿Que tál?¿"bien" o "mejor"?

jueves, 3 de abril de 2014

Yo soy Sara y tú, ¿cómo te llamas?

Vamos a hablar de la palabra, de su poder y de su gran capacidad para influir en las personas.

Si pensamos en su contenido, básicamente, una palabra es un conjunto de letras, al que le hemos dado un sentido.

Las palabras pueden dividirse según criterios morfosintácticos (categoría sintáctica y tipo de flexión), fonológicos (acentuación y número de sílabas) o funcionales.

Pero no vamos a hablar de esto…vamos a hablar de la palabra que te representa, que puede cambiar tu emoción según quien la cite, que a veces nos hace protagonistas, o que nos desmerece; nuestro nombre.

Los profesionales de la comunicación y el marketing conocemos desde una edad muy temprana, formativamente hablando, su poder, y no hay sesión, en temas relacionados con áreas de comunicación (en sus más variadas vertientes), en la que no recordemos, el efecto y valor, que tiene su uso.

Incluso las grandes marcas y las diferentes acciones comerciales a gran escala, han sabido “reinventar” su relevancia en campañas espectaculares (un breve recuerdo a la acción comercial de coca-cola en sus latas. Estos botes llevan impresos más de 100 nombres propios, incluidas frases y nombres genéricos, como “padre” o “la sonrisa más bonita”).
Esta nominalización en sus productos les ha hecho, en un momento de crisis, aumentar un 4% sus ventas en el mercado actual.
Otras marcas como Nutella y Renova, también utilizan esta estrategia. La primera recurre a Facebook para que solicites la etiqueta con tu nombre personalizado, y la segunda, permite personalizar un mensaje en las servilletas de papel.

Nuestro nombre, evidentemente, posee un gran valor.

Identifica a nuestra familia y nuestros orígenes, cuando nos nombran como nuestro abuelo o nuestra madre, en un sutil “juego” de perpetuar ciertos valores familiares ocultos.

Si echamos la vista al pasado, pronto aprendemos que nuestro nombre tiene un “algo especial”, en cuanto a que dependiendo de cómo se pronuncie, así adquiere una tonalidad bien diferenciada.

Así nos convertimos en diminutivos (con matiz cariñoso o despreciativo, según quién lo diga), o nombre completo, citándonos por la totalidad de nuestros-as santos-as, en momentos de severo rigor (académico o de responsabilidad máxima)…, o en objeto de risa, cuando el matiz es burlón y se hace uso de un apocope "graciosillo".

En cualquier caso, una gran cantidad de matices emotivos que surgen, nos definen y contextualizan, por el simple hecho de nombrarnos.

De hecho, si no te nombran, en determinadas circunstancias, no existes.
Te conviertes en el-la innombrable (pasas de ser alguien, a ser la/el “ex” de tal persona), o sencillamente no existes (“la madre de”).

Parece evidente que nuestro nombre tiene poder.

Tiene un poder significante en sí mismo.

A través del nombre adquirimos matices y versiones como personas, aparecemos o desaparecemos, somos (en cuanto a cualidades) o no somos, e inclusive, transmitimos idearios, arraigos, cualidades, etc.

Nuestro nombre nos “cualifica y nos califica”

Nos hace sentirnos orgullosos o nos escondemos detrás de un “seudónimo”.

Nos crea un espacio en este mundo, inclusive antes de nacer.

Nuestros orgullosos padres, ya desde una simbología bien anclada, seleccionan de una larga lista, aquellas cualidades o entramados que inconscientemente le conceden a un “nombre” propio, tras tener su propia experiencia con alguno o por la proyección de deseos inconscientes en cuanto a habilidades y cualidades para sus hijos.
Ya se nos da, desde nuestro nombramiento, una donación de una historia imaginaria. Ya nacemos con una historia, quizás marcada por esa expectativa parental.
En nuestro nombre de pila, se condensan y entrecruzan las cadenas asociativas de los sueños de los padres, respecto al niño o niña, que quieren tener.

Digamos también, que en esto, la moda también hace su “agosto”, sacando a la luz, clones de personas, en cuanto a nombres, por no hablar , que no es el caso, de los poderes fácticos de la historia, las leyendas, la literatura, el cine o la religión, al seleccionar el nombre de nuestros hijos, en nuestra cultura.

Sin embargo y sea por la razón que sea, esta palabra nos acompaña durante toda nuestra vida.
Nos marca e identifica.
Revela “valor”


Yo soy de las que piensa que nombrarnos con orgullo, sea la elección de palabra que sea, nos distingue, nos dignifica, a nosotros mismos y a los demás.

Suelo afirmar (quizás muy categóricamente) que es” la palabra mejor sonante a nuestros oídos” y por mi misma he podido experimentar su efecto. El contexto evidentemente, está implícito en esta afirmación.

Recordemos como resuena en nuestros oídos cuando una persona, para nosotros relevante en nuestro pasado, recuerda y cita, trayendo a presente, nuestro nombre, mas si es para vanagloriar alguna de nuestras hazañas o rememorar viejos y tiernos recuerdos.

Nuestro nombre nos identifica, nos saca de la “alienación”, nos hace seres únicos e individuales, nos hace relevantes, nos devuelve nuestra esencia, nos hace visibles, nos saca del anonimato, nos singulariza.

Nombrar para los antiguos habitantes de la Mesopotamia, era llamar a la vida; un ser como tal o existía si antes no hubiera recibido un nombre (André Leickman, 1983). Nadie podía llevar un nombre si no había sido nombrado por otro. Tener, poseer y llevar un nombre, significaba adquirir un lugar en el sistema simbólico.

Nadie escapa a la asignación de un nombre propio.

Nadie escapa al valor de su nombre.

Nuestro nombre nunca nos es indiferente.

Utilizar el nombre de las otras personas, llamarles como les gusta que les llamemos, citarles “su palabra”, es reconocerles, es concederles valor a “presencia” en el ahora, es sacarles de la alienación.

Llama,… llama mucho por el nombre propio, a los que te rodean.
Llámales como les gusta que les llamen.

Nombrarles, llamarles, les hace visibles a tus ojos.

Les reconforta.
Te convierte en valioso para ellos, porque solo tú, les haces sentir especiales.

Por cierto yo soy Sara y tú ¿Cómo te llamas?
Me encantará que me nombres.

¿Qué tal? ¿Bien o mejor?

jueves, 6 de marzo de 2014

¿Eres tú una "persona amarilla?"

Antes de terminar el año, tuve la oportunidad de conocer “un poquito más”, que no demasiado, a una estupenda mujer, quien sorprendentemente me nombro como “persona amarilla”

Al principio de nuestra conversación me resulto chocante la acepción, dado que no supe entender demasiado bien, que me quería decir.

Me lo explico muy sencillamente haciéndome alusión a la persona de Albert Espinosa y a su libro (que recomiendo) , en el que hace referencia a esta cualificación.

Las personas amarillas, son personas que sin ser exactamente familiares, amantes, o amigos se cruzan en tu vida, y en una sola conversación o encuentro, te la pueden llegar a cambiar.

Eres consciente de que te cambian la vida. Sin saber cómo, sabes que tu encuentro con ellas va a dejar huella en ti.

Y es que es muy probable que pasen por tu vida y desaparezcan para siempre. Sin embargo, hay algo de su energía, de su poder y de su magia, en tu persona. Te han dejado su estela sin necesidad de una conexión intensa o larga en el tiempo.

Desde aquí, quisiera dar las gracias a todas esas “personas amarillas” que como estrellas fugaces, han pasado por el cielo de mi vida.

Darles las gracias por todo lo que me aportaron, por el apoyo y la sabiduría que me hicieron llegar, por estar ahí cuando las necesitaba y sobre todo, por haberme ofrecido tanto, a cambio de tan poco.
Yo ahora pertenezco al club de las personas amarillas. ¿Te apuntas?
¿Qué tal? ¿Bien? o ¿mejor?

jueves, 20 de febrero de 2014

¿y tu? ¿tu tambien tienes vacas en tu vida?




No!! ….. No me he vuelto loca ni nada parecido….ni es mi intención dedicarme ahora a la ganadería….. quisiera acercaros otra reflexión de las muchas que voy teniendo, al objeto de compartir nuevamente algún pensamiento y con el permiso que me caracteriza……os hago participe de él.

En las diferentes sesiones o charlas o conferencias que imparto, suele aparecer un concepto, que en algunas ocasiones, me resulta “poco fácil” de referenciar y de explicar, y es el de las creencias limitantes.
La primera vez que escuche el término, me resulto desagradable, y tampoco sabría muy bien indicar el porqué.
Por necesidades del guion, he tenido que referirme a él en numerosas ocasiones hasta que un día, por azar (o por “causalidad” que diría yo) descubrí un cuento y una reflexión que me ha resultado clave a la hora de plantear de que manera nuestra mente, tan bien programada ella, nos hace ver y vivir y sentir, aquello que de alguna manera se fue instalando en etapas bien tempranas, y que lejos de pasar desapercibido, condiciona, repito, condiciona, de una manera increíble nuestro día a día, hasta el punto de que creamos, que contamos con “tal o cual” habilidad casi innatamente, sin dar cabida a la opción del cambio y el aprendizaje.
Esta historia que paso a relataros y que después comentaré brevemente hace efectivamente alusión al termino “creencias limitantes” tan utilizado en psicología y claves para los coachs

.......Escuchemos el cuento.....

Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando a lo lejos vio un sitio de apariencia pobre y decidió hacer una breve visita. Una vez allí, pudieron constatar la pobreza del lugar y de sus habitantes, una pareja y sus tres hijos. Vivían en una casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, y descalzos. El maestro se aproximó al hombre y le preguntó:

-Aquí no existen posibilidades de trabajo, ni tampoco hay comercios. ¿Cómo os las arregláis para poder sobrevivir en este lugar?

-Amigo mío-respondió calmadamente el hombre-, tenemos una vaca que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte de la producción la vendemos o la cambiamos por otros alimentos en el pueblo de al lado. Con la otra parte de la leche que nos da la vaca, producimos queso y manteca para nuestro consumo, y es así como vamos sobreviviendo.

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió del hombre y de su familia y se fue. En medio del camino, se giró hacia su fiel discípulo y le ordenó:
-Regresa a la casa de la familia y roba la vaca.

El joven miró al maestro con espanto y protestó por la orden. La vaca era el único medio de subsistencia de esa familia. Pero como percibió el silencio absoluto del maestro, cumplió temeroso la orden y robó la vaca. Aquel hecho quedó grabado en su memoria durante años.

Un día el joven decidió dejar a su maestro y regresar a aquel lugar para contar lo sucedido a la familia, pedir perdón y ofrecerles su ayuda. A medida que se aproximaba al lugar, comprobó que todo había cambiado: había árboles floridos, una bonita casa en lugar de la casucha de madera y niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado, ya que supuso que aquella humilde familia había tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y, cuando llegó, lo recibió un hombre muy simpático. El chico preguntó por la familia que había vivido allí años atrás. El hombre respondió que siempre habían vivido allí, que eran los mismos. Consternado, el joven le preguntó:
-¿Cómo habéis conseguido mejorara este lugar y vuestra vida de forma tan extraordinaria?
-Teníamos una vaca-respondió entusiasmado el hombre-, pero un día nos la robaron. Entonces nos vimos en la necesidad de hacer cosas nuevas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Fue así como alcanzamos la prosperidad.

Al no contar más con la falsa seguridad que les proveía el sentirse poseedores de algo, así no fuese más que una vaca, debieron tomar la decisión de buscar algo más.

........


Muchos de nosotros también tenemos vacas en nuestra vida. Ideas, excusas y justificaciones que nos mantienen atados a la mediocridad, dándonos un falso sentido de estar bien cuando frente a nosotros se encuentra un mundo de oportunidades por descubrir. Oportunidades que sólo podremos apreciar una vez hayamos matado nuestras vacas.

La vaca simboliza todo aquello que te mantiene atado a la mediocridad. Nuestras creencias limitantes........

Una vaca puede ser una excusa.

Una vaca también puede ser un pensamiento irracional que te paraliza y no te deja actuar.

En ocasiones las vacas toman la forma de falsas creencias que no te permiten utilizar tu potencial al máximo.

Las justificaciones, son vacas. Éstas son explicaciones que has venido utilizando para justificar por qué estás donde estás, a pesar de que no quisieras estar ahí.

Las excusas son las vacas más comunes. Éstas no son más que maneras cómodas de eludir nuestras responsabilidades y justificar nuestra mediocridad buscando culpables por aquello que siempre estuvo bajo nuestro control.

Sólo tres cosas son ciertas acerca de las excusas:

Si verdaderamente quieres encontrar una excusa, ten la plena seguridad que la encontrarás.

Cuando comiences a utilizar esta excusa, ten la total certeza que encontrarás aliados. ¡Sí! Vas a encontrar personas que la crean y la compartan. Ellas te van a decir, “yo sé como te sientes porque a mí me sucede exactamente lo mismo”.

La tercera verdad acerca de las excusas es que una vez las des, nada habrá cambiado en tu vida. Nada habrá cambiado acerca de tu realidad.

Cierto tipo de pensamientos se convierten en vacas porque no nos dejan actuar y nos paralizan. Muchas veces son ideas que hemos venido repitiendo sin saber por qué. Ideas que escuchas de otras personas y la repetición y el tiempo las han convertido en dichos populares que no son más que mentiras revestidas de una fina capa de algo que se asemeja a la verdad.


Un ejemplo de esto es la tan común idea de: “Yo soy una persona realista”. Si le preguntas a una persona positiva si ella es optimista, con seguridad te dirá que sí. No obstante, si le preguntas a una persona negativa si ella es pesimista, seguramente te responderá algo así: “Yo no soy pesimista, yo simplemente soy realista”. Si te das cuenta, éste es un pensamiento que no sólo te impide ver tu propio pesimismo, sino que programa qué logras ver y no ver del mundo que te rodea.

La buena noticia es que así en el pasado hayamos permitido que nuestro entorno, o aquellas personas que se encuentran a nuestro alrededor, nos hayan condicionado para el fracaso, hoy podemos cambiar de actitud y reprogramar nuestra mente para el éxito.

Los pensamientos negativos son vacas que no sólo nos mantienen atado a la mediocridad, sino que poco a poco destruyen tu vida. Generan fuerzas y sentimientos nocivos. Nadie nace con estas emociones y sentimientos negativos; ellas son vacas que inadvertidamente adoptamos a lo largo de nuestra vida. Los hemos aprendido y programado en el subconsciente y las consecuencias son desastrosas.

Ahora bien, las vacas más recurrentes, y las que peores resultados traen a nuestras vidas, son las falsas creencias. La razón es muy sencilla: estas limitaciones son falsas, pero las creemos verdaderas, y al creerlas ciertas, no ves la necesidad de cambiar nada en tu vida.

Por ejemplo, si en nuestra mente reposa la creencia de que no puedes triunfar porque no contaste con la buena fortuna de haber estudiado, con seguridad esta idea regirá tu vida, tus expectativas, decisiones, metas y manera de actuar. Esta falsa creencia se convertirá en un programa mental que desde lo más profundo de tu subconsciente regirá todas tus acciones.

¿Cómo llegan estas ideas a convertirse en creencias limitantes? La persona saca deducciones erradas a partir de premisas equívocas que ha aceptado como ciertas. Algo como: “Mis padres nunca fueron a la escuela... Mis padres no lograron mucho en la vida... Yo tampoco fui a la escuela... Yo tampoco lograré mucho con mi vida” (Equivalencia compleja). Metamodelo del lenguaje.

Así que cuestiona toda creencia que exista en tu vida. No aceptes limitaciones sin cuestionar si son ciertas o no. Recuerda que siempre serás lo que creas ser. Si crees que puedes triunfar, seguramente lo harás. Si crees que no lo lograrás, también es cierto. Es tu decisión.

Muchas personas no son conscientes de las vacas que tienen; otras son conscientes de ellas, pero, igual, las siguen cuidando y alimentando, ¿por qué? Por una sencilla razón, porque las vacas nos proveen una zona de confort, una excusa.

Por lo general las vacas depositan la culpabilidad por nuestra situación fuera de nosotros mismos.

La culpa de nuestra mala suerte es de otras personas, de las circunstancias o del destino.

Sin ninguna vaca que justifique nuestra mediocridad, no seríamos más que unos incapaces de aceptar la responsabilidad por nuestro éxito. Sin embargo, la vaca nos convierte en personas con buenas intenciones, a quienes infortunadamente la suerte no le ha sonreído y nos convertimos en víctimas del destino.

Entonces, como ves, la mediocridad es peor que el fracaso total. Éste al menos te obliga a evaluar otras opciones. Cuando has tocado fondo, y te encuentras en el punto más bajo de tu vida la única opción es subir.

Con el conformismo sucede todo lo contrario, puesto que éste engendra mediocridad y a su vez, la mediocridad perpetúa el conformismo. Es ciertamente un círculo vicioso autodestructivo.


ALGUNAS DE LAS VACAS MÁS COMUNES.

Las vacas vienen en varias categorías.


• Vacas “justificadoras de la mediocridad”:

Yo estoy bien... Hay otros en peores circunstancias.
Odio mi trabajo, pero hay que dar gracias que por lo menos lo tengo.
No tendré el mejor matrimonio del mundo, pero por lo menos no estamos peleando todos los días.
No tendremos mucho, pero al menos no nos falta para comer.
Apenas pasé el curso, pero por lo menos no lo perdí. Quizás es hora de aceptar que no soy tan inteligente como los demás.


• Las vacas de “la culpa no es mía”

Para la poca educación que he tenido no me ha ido tan mal. Lástima que mis padres no hubiesen tenido más visión de futuro-
Si mis padres no se hubiesen divorciado, quizás me hubiese ido mejor.
Así era mi madre, lo mío es genético.
Mi problema es que mi pareja no me apoya
Mi problema es que mi pareja es muy negativa.
Es que en este país no hay apoyo para el empresario.
Yo tengo buenas intenciones pero con esta economía pues... que vamos a hacer.
Lo que sucede es que no tuve profesores que me motivaran a salir adelante.



• Las vacas de las falsas creencias:

Pues yo no he querido tener mucho dinero porque el dinero corrompe.
Los ricos son infelices y cuanto entre más tienen, menos contentos están con lo que tienen.


• Las vacas que buscan excusar lo inexcusable:

Es que no me queda ni un minuto libre.
Quisiera leer más, pero no tengo tiempo.
Lo que pasa es que a las mujeres nos toca el doble de difícil que a los hombres.
Es que no quiero empezar hasta no estar absolutamente seguro.
Es que no quiero empezar hasta que no sepa cómo hacerlo perfectamente.


• Las vacas de la impotencia:

Lo que sucede es que yo nunca he sido bueno para eso.
Es que el éxito no es para todo el mundo.
Lamentablemente lo mío es genético. No hay nada que yo pueda hacer.
Lo que uno no aprende de pequeño es muy difícil quererlo aprender de mayor.
Mi problema es que soy muy tímida. Creo que esto es de familia ya que mi madre también era así.


• Las vacas filosofales:

No he actuado, porque yo soy de los que cree que si vamos a hacer algo, o lo hacemos bien o no lo hacemos... y en este momento no creo poderlo hacer tan bien como quisiera.
Si Dios quiere que triunfe, Él me mostrará el camino. Hay que esperar con paciencia.
¿Qué se puede hacer? Unos nacieron con buena estrella y otros nacimos estrellados.


• Las vacas del autoengaño:

El día en que decida que quiero dejar de fumar, lo dejo sin ningún problema. Lo que pasa es que no he querido.
No es que a mí me guste dejar todo para el último minuto, lo que sucede es que yo trabajo mejor bajo presión.





Las vacas con que cargamos a cuestas no se generan porque deliberadamente nos hayamos puesto en la tarea de aprenderlas. Ellas son el resultado de intenciones positivas. Detrás de todo comportamiento, sin importar que tan autodestructivo pueda parecer, subyace una intención positiva con nosotros mismos (Principio de la P.N.L.). Nosotros no hacemos cosas simplemente por causarnos daño, sino porque creemos que de alguna manera estamos derivando un beneficio de ello.

Muchas de las creencias limitantes que arrastramos con nosotros a lo largo de nuestra vida, han sido el resultado de buenas intenciones. Observa lo fácil que se adquiere una vaca. Digamos que esta vaca suena así: “Yo no sirvo para esto”

Esta vaca es muy común entre las personas. Mira como comienza esta vaca de manera casi inconsciente. La persona aprende a hacer bien una tarea, una profesión o un oficio. Disfruta haciéndolo, desarrolla un talento especial para ello y después de algún tiempo piensa: “Esto es para lo que sirvo”.

Asume que en ninguna otra área podrá ser tan efectiva como en ésta. Comienza a dar excusas (vacas), encuentra razones para explicar sus limitaciones, hace afirmaciones tales como:

Yo no sirvo para eso.
Yo siempre he sido así.
No nací con esa habilidad.
No tengo el cuerpo que se necesita para eso.
No poseo la personalidad adecuada.

Y así, inadvertidamente creamos limitaciones que no nos permiten expandir nuestro potencial. Pero el problema no son las personas, sino sus programas mentales, sus pensamientos.

Otras limitaciones (vacas) son el resultado de experiencias pasadas que ya no tienen validez.

Así permitimos muchas veces que una vaca que se encuentra en nuestra mente hace muchos años y que hoy posiblemente no tenga ninguna validez, nos diga qué podemos hacer y qué no.

Lo que quiero que entendamos es que muchas de las limitaciones (vacas) que tienes en este momento no son físicas, ni tienen que ver con tu capacidad mental, tus dotes o tus talentos, sino con creencias limitantes, que en su mayoría son ideas erradas acerca de tu verdadero potencial y de lo que es o no es posible.

Recuerda que toda idea errada que mantengamos en nuestro subconsciente por largo tiempo y validemos con nuestras acciones, se convierte en una forma de auto-hipnosis.

Esto es precisamente lo que detiene a muchas personas para “ser lo que quieren ser”.

A través de esta forma de auto-hipnosis ellas han archivado en su mente toda una serie de falsas creencias e ideas que, quizás en algún momento fueron válidas, pero ahora ya no lo son. Sin embargo, puesto que aún no han sido borradas, continúan ejerciendo su efecto limitador.

Curiosamente, muchas de las vacas que nos mantienen atados a una vida mediocre han sido obsequios de otras personas.

Muchos de nosotros, con frecuencia caemos víctimas de las influencias negativas de otras personas; aceptamos su programación negativa (vaca) sin cuestionamientos. Al hacer esto, permitimos que siembren en nuestra mente falsas creencias que nos limitan física, emocional e intelectualmente.

Estas ideas han sido programadas por nuestros padres, profesores, familiares, amigos, o inclusive por perfectos desconocidos. Y lo único que ellas logran es hacernos creer que somos personas comunes y ordinarias, razón por la cual, hoy les resulta difícil creer que poseemos el potencial necesario para triunfar.

Todo está relacionado con el ARTE DEL BUEN PENSAR.


“NADA DE LO QUE ESCUCHES Y LEAS DEBES ACEPTARLO, DÍGALO QUIEN LO DIGA O ESTÉ ESCRITO DONDE LO ESTÉ, SIN ANTES DISCERNIRLO Y POR TI MISMO DECIDIR SI LO ENCUENTRAS VÁLIDO O NO”.

“Las oportunidades para prosperar están más cerca de lo que creemos. Como en este cuento, sólo hay que atreverse a ir más allá de lo conocido.”



martes, 4 de febrero de 2014

una de paciencia......



No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego. También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita sea! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes:

Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece
¡más de 30metros!

¿Tardó sólo seis semanas crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratamos de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiramos a resultados en corto plazo, abandonamos súbitamente justo cuando ya estabamos a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.
Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés nos puede ayudar.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.

Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.

Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

Tiempo… Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos…

Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al coche de alanteparado en el semaforo… nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué…

Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés…
¿Para qué?

Te propongo (me propongo), tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes…
quizá solo estés echando raíces….